viernes, 9 de julio de 2010

Sin Valentin.

En momentos como este, cuando uno no tiene más entretenimiento que la televisión de su aburrida habitación de hospital es cuando se hace preguntas que, de no haber pasado nunca por allí, jamás se las haría. Te encuentras solo y aburrido, sabiéndote ya todos los comerciales y visto cientos de películas las cuales, de no estar en ese estado, no hubieras visto nunca. Y sabes perfectamente qué día es. Catorce de febrero, el día de los enamorados. Afuera de aquellos inmaculados muros todo sería color de rosa, habría parejas besándose en todas las esquinas, diciendo cursilerías cada que paraban de besarse. Todo debería estar decorado del color de las rosas, y en cada esquina habría alguien vendiéndolas. Porque la gente era tan hipócrita que hacía uso de ese día para hacer todo lo que no hacían en el año. Y me pregunto, entonces, ¿es eso amar? ¿Es esperar a ese maldito día para demostrarle tu amor a la otra persona? Yo creo que no. Es por eso que nunca le tomé demasiada importancia a aquel día. Además debería aclarar que mis parejas han sido bastante superficiales, la mayoría solían basarse en que teníamos buen sexo, por lo que no solía perder mi tiempo en algún tipo de cursilería.
Sin embargo ahora, encerrado en la soledad de esta blanca y solitaria habitación me gustaría tener a alguien que cruzase esa puerta, me robase una sonrisa o tal vez un beso y me hiciese saber cuanto me amaba. Pero sé que no puedo esperar nada, después de lo superficial que he sido en los últimos años ya no puedo pedir que alguien me ame siendo como soy. Por ahora me contentaré, a lo sumo, con que la enfermera traspase la puerta para traerme el almuerzo. Porque, ¿qué más puede esperar un olvidado paciente a la espera de un transplante de riñón?
Entonces la puerta se abre y la emoción que sentí al ver lo que sucedía se disipa en cuanto veo a la enfermera. No es a ella a quien espero, no es a ella a quien quiero ver. Suspiro, sé que no vendrá. Además no logro comprender ese repentino entusiasmo por verlo, ya que es tan solo mi médico y no se presenta en mi habitación hace una semana. No tendría por que venir hoy, domingo, catorce del segundo mes, día de los enamorados. Por que debería pasarlo con su novia, su amante, su mejor amiga o algo por el estilo, ¿no es así? Lo sé, pero aún así no puedo evitar esperarlo. Y me odio por ansiarlo de esta forma, él nunca pareció interesado en traspasar el límite de médico-paciente. Intento distraerme con algo, pero resulta casi imposible. Las horas se prolongan, parecen compuestas de interminables minutos.
Tomo, para matar el tiempo, el calendario que descansa en mi mesa de luz. Tacho un día más, aquel catorce de febrero. Hoy hace exactamente dos meses que estoy allí. Sí, es deprimente. He pasado navidad y año nuevo en un hospital. La sonrisa vuelve a mis labios al recordar aquel último festejo. Gerard, mi médico, debía cumplir una guardia aquella noche, por lo que se quedó en mi habitación hasta muy pasadas las doce, cuando se vio obligado a abandonarla por algunos casos que debía atender. Me había reído mucho esa noche y la había pasado muy bien en su compañía.
Las enfermeras mueren por él, si todavía no lo he mencionado. Gerard tiene un par de años más que yo, el cabello negro, los ojos verdes y una hermosa sonrisa. ¿He dicho hermosa sonrisa? Creo que deberían bajarme alguna dosis de medicamento, me están afectando seriamente.
Apago la televisión porque como sospeché antes de encenderla, no hay nada que valga la pena. Decido, finalmente, que debería intentar dormir un poco. Me roto hacia un costado, sé que no lograré conciliar el sueño boca arriba. Cierro los ojos, dispuesto a dormir. Pero la puerta se abre, obligándome a abrir los ojos. No puedo evitar la mueca exasperada que instantáneamente se esfuma al ver los ojos verdes del doctor Way. Parece arrepentido de haber interrumpido mi fallida siesta, y logro oírlo murmurar:
-Siento haberte despertado Frank. Volveré en un par de horas, cuando hayas descansado.
-No, está bien. No estaba durmiendo, solo intentaba matar el tiempo.
Gerard sonrió, conciente de que el encierro me tenía bastante alterado.
-¿Cómo te has sentido los últimos días? Lamento no haber pasado a verte, pero…
No dejaría que me llenase de excusas, con que hubiera venido hoy me bastaba.
-Descuida, no hay problema. Me he sentido bien, ya sabes, no es como tener un riñón nuevo pero supongo que aguantaré unas semanas más. Las nuevas medicaciones son bastante fuertes, me han hecho dormir bastante-dije con un tono que pretendía ser alegre.
-Lo sé, y lo lamento, pero las necesitas.
Le sonrio y hundo mis ojos en su mirada aceituna.
-Feliz día de San Valentín-suelta, finalmente, sacando una rosas negras de atrás de su propio cuerpo.
Las tomo, le agradezco y me ahogo por completo en aquel gesto. ¿Por qué? Si él no es… No somos nada, el es un simple médico. ¿Por qué me ha traído flores? Suspiro y me sonrojo. Él parece notar que algo me incomoda.
-¿Qué sucede?-me pregunta de una manera muy ingenua.
-Nada sucede, solo intento comprender por qué lo haces-suelto con abatimiento.
-¿Hacer qué?
-Esto, desaparecer por una semana y luego volver y traerme un ramo de rosas. Me dirás: “es San Valentín”, pero no tienes por qué hacerlo. Tal vez deberías gastar ese dinero en alguna bella mujer. No tenemos ningún tipo de relación y aún así lo haces-mi comentario, en demasía despechado, me sorprendió al salir de mis labios.
-No debo tener una razón para traerle flores a mi paciente favorito, ¿o sí?-me dijo con tanta simpleza que no pude replicarle más nada. Si el creía que no debía tener motivo, bien, no debía.
Me repugna creer que estaba sintiendo algo por él. Aún así no puedo calmar los latidos de mi corazón cuando dijo que era su favorito.
-Supongo que no-digo cuando mi alegre bombeador de sangre se calma.
Me sonríe dulcemente, y no puedo hacer más que mirarme las manos, bastante incómodo. ¿Acaso pretende que le coma la boca de un beso? Si no es así le ruego que saque esa sonrisa encantadora, doctor, porque mi resistencia no es fuerte en todo lo referido a usted.
Largo una corta carcajada ante mi propio e interno chiste.
-¿Qué es tan gracioso?-inquiere ya sentado al borde de mi cama.
Ruedo los ojos, no voy a decírselo. Su risa resuena en mis oídos como la música más dulce que he es escuchado nunca.
-Tengo otro regalo para ti...-me dice con una sonrisa seductora.
-Si tu objetivo no es que me de un paro cardíaco te sugeriría que me lo des otro día. No creo que mi corazón aguante muchos latidos más.
Tomo su mano y con suma indiscreción lo llevo a mi corazón, que late desaforadamente bajo su tacto. Puedo ver como se revuelve el pelo con premura. Entonces acerca su rostro a mi oído y susurra muy bajito:
-Me he ausentado por que he estado buscando por cielo y tierra un órgano para ti-lo oigo respirar, su aliento invade mi sistema, me distrae, me sube al cielo y me baja al infierno en un instante-. Y he cumplido mi cometido-casi puedo adivinar la orgullosa sonrisa de sus labios-. Te trasplantaremos mañana, felicitaciones.
Me roto para observarlo mejor. Así, tan cerca, puedo ver la exaltación de sus ojos, casi puedo oír su corazón, aprendo a leer sus pensamientos a través de sus ojos, adivinó sus sentimientos en su mirada. Se acerca aún más, acortando la distancia entre nuestras bocas. Las rosas caen al suelo, mis brazos se cruzan detrás de su cuello, acercándolo más, profundizando el beso. Puedo sentirlo morder mi labio inferior, puedo sentirlo dentro de mi boca, puedo sentirlo. Y agradezco que ninguna enfermera haya decidido interrumpir tan placentera escena, aunque me encantaría que viesen lo que Gerard ha hecho conmigo.
Poco a poco se aleja, ambos necesitamos respirar. Lo observo intranquilo, no tengo la menor idea de qué decir ahora.
-Feliz día de San Valentín-dice, da media vuelta y con un caminar sumamente seductor sale de la habitación.
No puedo culparlo, aquel inocente juego hace más excitantes las cosas. Al fin y al cabo, aunque no regrese hoy lo veré mañana, para la operación.
He cambiado por él, a quien le debo lo que soy ahora. Me he curado por él, a quien le agradezco por pertenecerme todos los días. He amado por primera vez, y doy gracias por ser correspondido. He amado, amo y amaré a Gerard Way aún más de lo concebible.

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Bien, no voy a pedir que comenten, porque nadie lo hace si es que alguien lo lee. Aunque sigo guardando la esperanza de entrar algún día y encontrar un comentario. Anyway, espero que les haya gustado.

domingo, 2 de mayo de 2010

The World is Ugly (1era Parte)




Las notas comenzaron a sonar. Allí está James, haciendo magia con sus manos. Pero yo también debo tocarla y si la cantas ahora… No se si logre la suficiente compostura como para recordar las notas. Ray, al ver mis ojos acuosos, me ha hecho el favor de tocar mi parte.
-Are you thinking of him? The World is ugly.
Es mía, esa canción es mía. Tú me la escribiste, tú me la dedicaste. Me causa dolor oírla de tus labios, con tanto sentimiento. ¿Debes cantarla? ¿Debes hacerlo?
-And you wanted me to go.
Sí, quiero que te vayas. Que dejes de hacerme daño de una vez por todas. Que dejes de utilizarme como lo has hecho hasta hora por que ya no puedo soportar ni una lágrima más. Pero allí sigues, por que no te importo, por que nunca te importé, porque no te molestan las lágrimas que adornan mi rostro cada que se te ocurre dañarme. Vete, vete ya por favor.
-I just wanted you to know
Por favor, ya no quiero oírte. ¿Cuándo daño me has hecho? No puedo seguir oyendo, por favor. Déjame taparme los oídos, por favor. No sigas dañándome.
- That the world is ugly
Lo sé. ¿Cuántas veces lo dijiste? ¿Cuántas? Sé de memoria como mueves los labios al decirlo y la expresión que tu rostro adopta. Ingenuo de mí que creí cada una de tus estúpidas promesas, que me cegué en tus mentiras.
-But you're beautiful to me.
Deja de mentir, las caretas se han caído. Ya sabemos lo que buscabas de mí, ya sabemos cuáles eran las mentiras.
Debo tocar la parte de Ray que empezaba cuando yo… cuando yo… Ahora empieza. No puedo quitar la mirada de tus verdes ojos ni tú de los míos como si de nuevo, en la soledad de tu habitación, me hicieras aquellas falsas promesas. Las lágrimas caen de mis ojos como la lluvia furiosa en invierno, mueren en mis labios como yo he muerto en los tuyos.
-Are you thinking of me? Are you thinking of him?
Si, estoy pensando en ti. Estas lágrimas son por tu culpa.
Esa última pregunta nunca me ha cerrado. Varias veces te he cuestionado porque estás pensando en él y no en ella y siempre la misma respuesta: “debo disimularlo, debo fingir que es para alguien más, para una mujer”. Como mantienes escondido quién inspiró esa canción igual escondes nuestra relación. Pero aquí se acabo, ¿verdad? Todo ha terminado.
-You can say I told you so If you wanted me to go.
Sí, quiero que te vayas. ¿Debo seguir repitiéndolo? No hay nada que ame más pero tampoco que me dañe tanto. Lo lamento, mi amor. Te amo.
-I just wanted you to know
Ya no quiero saber de ti, lo lamento. ¿Puedes entenderme? Ponte en mi lugar alguna vez. Me dañaste ¿Eres conciente? No logro recomponerme. Llevo días tomando antidepresivos. ¿Qué te hice? Eso me inquieta ¿Qué te he hecho para que me pagues así?
-That the world is ugly, but you're beautiful to me.
Quizás tengas razón, el mundo sea horrible, pero tú también lo eres. Lo que me has hecho es horrible. Si hubieras dejado las cosas en claro desde el principio nada reclamaría. Pero te oí interminables noches decir que lo nuestro era para siempre, que me amabas, que nadie nunca sería mejor que yo. Pero lo has tirado por la borda, todo, las noches y las promesas. Por mi parte se me agotaron las esperanzas y ya no quiero oír.
-Are you thinking of me? Are you thinking of him?
Sí, pienso en tí y me gustaría no hacerlo. Sí, pienso en ella. En su dulce sonrisa, que me espera al llegar a mi hogar. En su cálido cuerpo que me abraza al regresar. En su intrépido corazón, que se acelera cuando la beso, cuando me acerco, cuando le hago el amor. Es mi prometida. Y deja de mirarme así, no puedes recriminarme nada. Quizás digas que lo hice por despecho, es posible. Espero que sientas lo mismo que siento yo ahora, que me he enterado que te casaste por la alianza que descansa en tu dedo corazón.
-You can say I told you so If you wanted me to go.
Quizás siempre supe que esto pasaría. Quizás lo esperaba. Me desilusiona pero no me sorprende, era demasiado perfecto para ser real. Yo creí en tus ilusiones ópticas, en tus falsas promesas. Vete, ya no te quiero conmigo.
Me acerco a ti. Continúas cantando y no has dejado de observarme en toda la canción. El público ruge, aman cuando hay roces entre nosotros. Pero algo cambia. Esta vez no pienso someterme, esta vez jugaré contigo.
Las lágrimas continúan cayendo y sé que no cesarán. Pego mi espalda a tu pecho, te siento. Continúo tocando la parte de Ray que me sale estupendamente bien para no haberla ensayado nunca. Intentas meter la mano debajo de mi camiseta pero te detengo.
-I just wanted you to know
-Ya sé suficiente-susurro en tu oído.
Sonríes, tu sonrisa es sincera, la mía es irónica. Porque sé que piensas que no lo sé, que tu enano es el mismo de siempre. Pero algo cambió en mí cuando me enteré de tus mentiras y si no fuera porque estás cantando te mandaría al diablo.
-The world is ugly, but you're beautiful to me.
El mundo es horrible, tú eres peor. No sé si soy hermoso, pero soy demasiado para ti. Lo lamento.
-Are you thinking of me?
No, ya no pienso más en ti. Desde que me enteré que te casaste eres hombre muerto. Ahora pienso en ella, Jamia, que me ama, que la adoro, que jamás me lastimaría como tú lo hiciste.
-Can we both be ugly?
Descuida, tú ya lo eres. Yo me iré, no volverás a verme. Lo siento, te amo.
-Are you thinking I'm the one?
No, ya no. ¿Piensas que me tendrás atado a ti por el resto de nuestras vidas? Cuánto te equivocas. Iluso. Te odio. Lo siento, te amo.
- We could fight it to the end.
Lucha solo. Lo siento, te amo. Me iré.
- I just wanna hold your hand.
La extiendo, la tomas. Sonrío, la besas. Sonríes. Ya no existe un nosotros. Despídete, me iré. Lo siento, te amo.
- And you're probably just too good. I just wanted you to know.
Créeme que lo sé. Siempre he sido mejor que tú. Jamás me hubiese casado sin decirte, sin consultarte, sin terminar lo nuestro primero. Maldito cobarde. Te amo, lo siento.
-Lo se, Gerard. Ya lo sé-te digo apenas terminaste de cantar.
Tomo tu rostro y beso tu boca, delante de todos, como jamás lo he hecho.
-Me voy, adiós-te digo y sonrío-. Por cierto, lindo anillo-finalicé señalando la dorada alianza.
Me saqué la guitarra, la dejé en el suelo y me bajé del escenario a la mitad del concierto, sabiendo que aquel sería mi fin en MCR. Tu rostro lo vi luego, desde abajo. Te quedaste pasmado.






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Que les pareció? lindo? Ojalá me dejasen algún comentario algún día ^^


Si les gusto le ruego me lo hagan saber así subo la segunda parte. De lo contrario no lo haré.


Vamos, un comentario no cuesta demaciado y para mí vale mucho :)

jueves, 8 de abril de 2010

Cuando comprendí

Frank esperaba que fueran parecidos a su madre, que tuvieran su redonda y dulce cara, sus adorables y aniñadas facciones, sus expresiones amenas y apacibles. Sin embargo esperaba que tuvieran sus ojos, esos que no eran ni marrones ni verdes, esos únicos, esos que me robaron el sueño muchas largas noches. Y yo, yo no puedo superar esta tristeza en la que me sumió con su noticia, no puedo más que fumar y dejar mi mente volar por las tramposas redes del pasado, en las que no existía tanta gente entre nosotros. Pero con el correr de los años, con mi aparente indiferencia y su hipócrita aceptación, nos fuimos alejando, y el espacio que se abría entre nosotros era rellenado con gente, que aumentaba con el tiempo, separándonos cada día un poco más. Primero fue mi esposa, luego la suya, mi hija y ahora… y ahora… siquiera puedo nombrarlos. Sé que es mi culpa, sé que fui yo quien comenzó esto. Pero no puedo evitar el dolor, la tristeza, el desasosiego. ¿Habrá sufrido él lo mismo cuando fue su turno de sobrellevarlo? ¿Sintió el mismo infinito dolor, el vacío de ver todo acabado?
Perdí la cuenta de los cigarrillos que he fumado, perdí la cuenta de las botellas de alcohol que he tomado, perdí la cuenta de los días que llevo sin salir de esta habitación, sin ver a mi mujer ni a mi hija. El celular ha sonado incesante durante el largo o quizás corto tiempo que llevaba allí pero no estaba en mis planes responderlo. Lamenté tener que preocupar así a los que me quieren pero no me encontraba emocionalmente entero como para enfrentarme a la gente. No tenía idea cómo fue que llegué ahí, pero estaba totalmente seguro de encontrarme en mi departamento de soltero, con las luces apagadas y los muebles cubiertos por telas blancas. Todo olía a encierro y se mirase por donde se mirase, estaba repleto de polvo. ¿Cuánto tiempo llevaba sin ir allí? Bastante. Recuerdos del pasado invadieron mi mente, pude recrear imágenes de varios años atrás, cuando habitaba aquel cómodo departamento. Logré verme componer, acompañado de amigos, mirando la televisión. Pude verlo atravesar la puerta y besarme dulcemente… Mi mente se bloqueó ante el dulce pero doloroso recuerdo. Intenté hacer de cuenta que nunca existió pero el vacío en mi corazón decía claramente lo contrario. Su amor, su compañía, hacía mucha falta allí. Todo había terminado, y aunque quizás ya estuviese terminado hace tiempo, fue ese el momento en el que fui realmente conciente de todo. Quizás yo olvidase a mi mujer e ignorase a mi hija durante unas horas para estar con él, pero tenía muy claro que Frank no lo haría.
Deseé con todo mi corazón alguien que me recordase la razón por la que lo abandoné, la razón por la que me casé con una mujer que solo apreciaba. Tal vez sea un idiota, tal vez arruiné dos vidas y una posible relación. Tal vez era masoquista y me regodeaba en mi propio dolor.
Cerré los ojos y me tomé la cabeza fuertemente. Quizás si nunca lo hubiese conocido sería un hombre normal ahora, no sufriría por amor, no hubiera probado la bisexualidad… Pero le debo tanto que siquiera puedo imaginarlo. Gracias a él conocí el amor y si éste sufrimiento es el precio que debo pagar por aquel hermoso sentimiento que sentí cuando estuvimos juntos, bien, supongo que lo aceptaré.
Con una sonrisa en el rostro me había pedido que fuera el padrino de ambos y yo, como el idiota que era, había aceptado sin chistar. Me había tragado el orgullo, guardando las lágrimas y escondiendo el dolor. Me había dejado, según dijo debía contarle la “espléndida” noticia a su esposa. Y yo me había quedado allí, esperando que alguien saliese de atrás del mostrador del bar en el que nos encontrábamos y me dijese que era una muy pesada broma. Pero por más que esperé nunca llegó. Decidí irme, y no tengo idea de cómo llegué a mi antiguo departamento, pero por el rugir de mi estómago sé que he pasado varios días sin moverme de éste rincón.
No siento las piernas y la cabeza me da vueltas debido a la cantidad de alcohol ingerido. El celular sigue sonando, pero he dicho que no voy a atenderlo.
¿Y dónde quedo yo para él? ¿Qué lugar ocupo? ¿Cuándo he dejado de ser aquel ser perfecto al que amaba incondicionalmente? Me cegué y tengo la fuerte sensación de haberme perdido gran parte de mi vida. ¿Y el amor que teníamos? Tengo solamente el recuerdo.
Oí un sonido insistente. No era mi celular, no era yo, sin embargo sonaba bastante cerca. Me llevó largos minutos ser conciente de que provenían de la puerta. Alguien la golpeaba, la pateaba, parecía querer derribarla. Me levanté lentamente, el mareo por el alcohol no me tenía precisamente ágil. Caminé hacia la puerta como pude, tomándome de la pared.
-¡Abre Gerard! Sé que estás ahí-era su voz, varonil y enfadada.
Mis piernas temblaron al oírlo. Me derrumbé allí, junto a la puerta, recargué mi espalda contra el gran pedazo de madera que nos separaba. Sentí en mi propio cuerpo cuando volvió a patear la puerta.
-¡Abre maldita sea! ¿Por qué mierda debes hacerme esto?
De mis ojos, lágrimas.
-Vete-susurré muy bajito, no muy seguro de que llegase a escucharme.
Oí como se deslizaba contra la puerta y lo pude imaginar destruido, demacrado y preocupado del otro lado.
-Lo lamento-dijo y su voz sonó rota, afectada por el llanto que quizás, salía de sus ojos-. Pero por favor ábreme. Necesito saber que estas bien. Por favor Gerard, lo lamento.
Con cada palabra que salía de sus labios mi corazón se estrujaba. Sonaba triste, preocupado.
-Abre, te lo ruego, sé que me estás oyendo. Puedo sentirte, casi pedo olerte… Por favor. No me dañes así, no lo hagas.
-¡¿Tú si puedes hacerlo?!-exploté disgustado.
-¡Oh, Gerard! ¡Estás bien! Temí lo peor…
Lo oí sollozar del otro lado y tuve la certeza de que ahora si lloraba.
-Vete Frank, con quien menos quiero hablar es contigo. No tienes nada que hacer aquí. Sal de mi vida de una vez, olvídame y desaparece. Ya no te necesito.
-Ábreme o llamaré la policía-me amenazó.
-Hazlo si se te apetece-lo desafié.
Me alejé de la puerta y volví a mi lugar original. Me acurruqué nuevamente en el oscuro rincón, volví a tomarme las piernas y a recargar la cabeza contra la pared. Cerré los ojos y me perdí en mis recuerdos, en mis pensamientos, en mis penas. Suspiré. A lo lejos podía oír como volvía a arremeter contra mi puerta, que fuerte y altiva resistía sus débiles patadas.
Pero un tiempo después, cuando volví a abrir los ojos, me lo encontré allí. Su ropa estaba arrugada, su semblante alterado y mi puerta rota en el suelo.
Me puse de pie y empujándolo con toda la fuerza que me fue posible en mi estado de alcoholismo le exigí que se fuese de allí.
-No me iré sin ti-dijo y cruzó los brazos frente a su pecho.
-¿Por qué mierda tenías que hacerme esto, eh? ¡Dime!
Le estrujé la camisa y de mis ojos se escaparon gruesas lágrimas de impotencia.
-¿Qué hay de mí ahora, Frank? Dime cómo continuar porque no encuentro la salida de este laberinto de oscuridad en el que me has sumido.
-Igual que como hice yo cuando tú me abandonaste, cuando te casaste, cuando tuviste tu hija. Has sido siempre muy egoísta. Por más destruido que te encuentres Gee, debo de hacer mi vida como tú rehiciste la tuya.
-¿Por qué?-pregunté como un niño y me aferré a él, a su cuerpo.
Sus brazos me rodearon, otra vez, como no lo hacía hace tiempo. Pude sentir mi necesidad fundirse en la suya y en medio de esa fuerte tormenta, me sentí un segundo en paz.
-No lo sé, tú lo acabaste primero Gerard-dijo simple, convencido, acostumbrado.
Desesperación y desilusión. Le resulta fácil echarme en cara haber terminado esa informal y poco seria relación, pero era yo quien veía desfilar gran cantidad de mujeres por su habitación en las giras.
-Tú eras quien se acostaba con cualquier mujer que encontrase-le recriminé, con la herida tan abierta como cuando lo dejé.
-No puedes negar que tú lo hacías…
Y tiene razón, no puedo. Pero yo me acostaba con ellas para no sentirme solo, para llenar el vacío que él dejaba cuando se iba, para imaginar que en realidad el cuerpo que recorría no era más que el suyo. Sin embargo no podía confesárselo. No podía demostrarle lo mucho que significó para mí, lo mucho que me hacía falta su compañía. Quizás, tal vez, aquello que teníamos nunca fue lo que yo creí.
Recuerdo su depresión los días posteriores a cuando le dije que todo había acabado, que ya no sentía el mismo amor. Recuerdo mi maldita indiferencia. ¿Por qué me creyó? ¿Por qué me dejó dejarlo? Le mojé la camisa con lágrimas saladas.
-No deberías haberme dejado errar de esa forma Frank. Yo te amaba, eras parte de mí, no había mujer, hombre, ser humano, que lograse remplazarte. Pero fue tan fácil abandonarte… ¿por qué me dejaste hacerlo?
-Dicen que cuando amas a alguien hay que dejarlo ir y que si no regresa en realidad nunca fue tuyo.
Me alejé lentamente, me recargué sobre un sillón para mantenerme en pie y fijé mi mirada en la suya. Vi como recogía una botella y me recriminaba haber vuelto a tomar.
-Lo lamento, cada uno enfrenta sus problemas como puede-solté con todo el sarcasmo del que fui capaz.
Lanzó la botella contra el suelo y la oí partirse. Se acercó, tomó mis mejillas con rabia y me besó con despecho, con odio, con enojo, con preocupación y tal vez, hasta con pasión contenida.
-¿Por qué mierda la embarazaste, Frank?-inquirí cuando me separé de él, con la voz entrecortada.
-Por la misma maldita razón que tú embarazaste a Lindsay.
Mi semblante se ensombreció. Era obvio que yo no tenía qué recriminarle, el solo había seguido mis pasos. Pero resulta mucho más fácil echarle la culpa al otro de lastimarte que admitir que tu has hecho lo mismo. Eso era lo que sucedía. Eso era lo que yo, cobarde como he sido toda mi vida, le hacía al hombre que sería, por siempre, el amor de mi vida.
Soltó mis mejillas, caminó hacia el mismo rincón donde yo había pasado mis últimos días y tomó mis cigarrillos. Abrió la ventana y encendió uno. Lo fumó y yo lo observé hacerlo. He de admitir que siempre me pareció sumamente sensual ver una persona fumar, pero nada se compara con verlo a él fumar. Era la clara imagen de la perfección. Sus ojos perdidos en el exterior, rojizos por el insomnio y el llanto pero sin perder esa característica belleza, sus labios entreabiertos que calaban intermitentemente el cigarro, su pelo que libre bailaba dirigido por el viento. Quise besarlo, abrazarlo, hacerle el amor como nunca en mi vida. Pero me detuve y no fue por mi propia voluntad. Sabía lo que diría en cuanto terminase de sacarle la camiseta y no quería oírlo.
-Estúpido, no debes beber-dijo y soltó un leve suspiro.
Hice como si no lo escuchase y con paso lento para no caer me acerqué a él. Dirigí mi boca directo a su cuello mientras mi mano se colaba por debajo de su remera. Y mientras me permitía explorarlo soltó otro suspiro.
-Te gusta, ¿verdad?-inquirí todavía en su cuello, mi aliento chocando frente a la tatuada piel.
-Sabes que sí-me respondió y una sonrisa cruzó mis labios- Sin embargo no caeré en este juego, no ahora, no más.
Me tomó las muñecas y me alejó de él. Me sentí frío, incompleto, necesitado.
-Nunca he sido tan bipolar como cuando estoy contigo-reflexioné en voz alta.
Asintió y sin pretender ser cruel dijo:
-Seré yo quien mantenga los pies en la tierra ahora. Seré yo el racional y realista.
Me dolió saber que no decía otra cosa que la réplica de mis palabras al abandonarlo. Cuando con el alma hecha pedazos le había argumentado ser el más racional y realista de los dos, alegando que lo nuestro nunca funcionaría. Y sí, lo admito, sé que fui yo quien rompió no solo su corazón, si no también el propio; fui yo quien acabó las esperanzas, fui yo quien convirtió a Frank en ése ser frío y tan racional que es ahora. Porque yo acabé con aquel sentimiento que vuelve irracional a una persona: el amor. Es mi culpa, entonces, que no oiga su corazón y que se deje llevar tan sólo por lo que todos esperan de él. Es mi culpa que haya dejado de ser aquel joven radiante de ojos delineados y cabello excéntrico. Es mi culpa que se haya convertido en ese no aburrido pero si normal hombre tatuado que se ha quitado los piercings, que ha dejado crecer su cabello y hasta su barba. Al hablarle no puedo evitar notar que ha dejado de infundirle sentimientos a sus palabras, que ya todo suena lejano y vacío. Y me tiento a pensar que tal vez es tan solo un reflejo de en lo que me he convertido yo en estos últimos años. Ya nada parece valer la pena, voy sin vida por ahí, habitando un cuerpo vacío de todo sentimiento y emoción.
-Devuélveme la vida-le rogué entre lágrimas que no eran más que el fruto de mis conclusiones.
-¿Por qué he de hacerlo si tú cuando me la quitaste careciste de consideraciones?
Asentí y con una sonrisa triste volví a mi rincón, tomé una botella medio vacía y la bebí hasta acabarla. Él tan solo caminaba por la habitación admirándola tal vez por los recuerdos que albergaba. Tan nuestros, tan privados, tan secretos. Fui yo quien nos había prohibido blanquear la situación cuando fue el momento.
Y de pronto tuve la sensación o quizás la certeza de entender que me había olvidado, muy de a poco. Comprendí que ya no era ni la mitad de lo que signifiqué algún día en su corazón. Entendí, finalmente, que quizás era hora de dejarlo ir de una vez por todas, de permitirle esa felicidad que yo le había quitado por tantos años. Hice su dolor mío, sentí su pena, su tristeza.
-Vete-le pedí admirando sus ojos.
-No lo haré sin ti-me repitió.
-Hazlo, ya estoy bien. Volveré a mi casa ni bien salgas de aquí.
Negó muy despacio.
-Ven conmigo-dijo.
-No, Frank, he tomado una decisión. Te dejaré libre, lo prometo. Ya comprendí que has logrado lo que por tantos años deseamos: que me olvides. Sé que es tarde pero me he dado cuenta cuánta razón tenías: no amaré nunca a nadie tanto como lo hago contigo. Y aunque te ame sé que lo arruiné, sé que nunca serás completamente feliz conmigo. Debo dejarte ir, decirte adiós, hacerme a un costado.
Me callé al ver las lágrimas caer de sus hermosos ojos. Respiré hondo e intenté hacer uso de mi dureza. No debía consolarlo ni abrazarlo como quería, ya no era ese mi papel.
Respiré hondo al verlo bajar la cabeza y observarse los zapatos con tristeza. Toda la entereza que parecía haber tenido hacía unos minutos se había esfumado. Se acercó y besó mi mejilla.
-Espero que sean parecidos a su madre, que tengan su redonda y dulce cara, sus adorables y aniñadas facciones, sus expresiones amenas y apacibles. Sin embargo espero que tengan tus ojos, esos que no son ni marrones ni verdes, esos únicos, esos que me roban el sueño muchas largas noches.
Lo observé irse, con paso lento y triste. Sequé la lágrima que mis ojos derramaron y aspiré su olor que todavía flotaba en el ambiente por última vez. Lamenté, por primera vez, haber abierto los ojos tan tarde.

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Hola! cómo han estado tanto tiempo? Yo no tan bien, el fucking colegio comenzo nuevamente U.U Aquí una nueva historia, espero que sea de su agrado. Fue escrita a raíz de los últimos post de Frank en la pag de Mychem. Esperaré, tal vez a alguien se le ocurra la genial idea de comentar, me haría muy feliz sabe rque alguien lee lo que hago :)
Ya saben, como siempre, estoy abierta a pedidos, quejas, sugerencias y/o felicitaciones.
Subiré prontito ^^
XOXO
PD: Amo esa foto <3>



martes, 9 de febrero de 2010

Otra vez

Aquí estás, otra vez, fingiendo que nada pasa, esbozando una sonrisa hipócrita, incluso más hipócrita que tus sentimientos. Aquí estás, otra vez, observándome con incredulidad, preguntándote por qué no he progresado luego de haber estado contigo. Aquí estás, como cada treinta y uno de Octubre, cuestionando como he hecho para seguir luego de que me abandonaste. Aquí estás, tomando la mano de tu mujer y acariciando la frente de tu hija. Aquí estás, partiéndome el corazón nuevamente, mientras me abrazas como si nada, susurrándome un “feliz cumpleaños”.
Suspiro mientras te devuelvo el abrazo mecánicamente, mientras siento tus brazos alrededor de mi cuerpo nuevamente, otra vez. Tomo el regalo que me ofrece tu esposa, con una dulce sonrisa. No la culpo, ella no es conciente de lo que pasó entre nosotros. Le devuelvo la sonrisa, es una mujer muy bella.
Cierro la puerta, ya todos han llegado. Mi casa, que es bastante grande, se encuentra repleta de personas, todas sonrientes. Supongo que soy el único que sufre tanto en su propio cumpleaños, pero me duele verte tan bien, con una familia, con un futuro en el que no me incluyes. Los hago pasar, les digo que se sientan como en su casa y pronto mucha gente los rodea para saludarlos. Me escabullo hacia el jardín, hay mucha gente bailando, tomando… Me siento junto a mi mejor amigo, el cual me sonríe incondicionalmente. Recuerdo que una vez peleamos por su culpa, eras demasiado celoso de nuestra cercanía. Sonrío cuando aquel recuerdo invade mi mente y puedo ver a lo lejos tus ojos aceituna penetrando los míos. Thomas me abraza y tus labios se fruncen en una mueca de disconformidad. Al parecer no has podido dejar algunos sentimientos del pasado, a pesar de haber perdido aquel amor que me profesabas. Miro para otro lado, no quiero seguir sufriendo, estoy harto de sufrir. Mis manos tiemblan mientras poso la vista en la hermosa luna menguante. Es admirable, bellísima, fascinante… Casi tanto como me resultabas tú a mí.
¿Acaso disfrutas de verme sufrir? ¿Acaso te regodeas en mi dolor? ¿Acaso es esto lo que siempre deseaste para mí? Me revuelvo el pelo, mientras en mi mente se formulan las preguntas de siempre: ¿Por qué me dejaste? ¿No podrías haberme dado una razón, al menos, por más mentira que fuese? ¿Por qué me evitaste por tanto tiempo? ¿Por qué no tuviste el valor para decirme que ya no estabas enamorado de mí, que ahora una mujer ocupaba tu mente? ¿Por qué no regresaste hasta que supiste que ella estaba embarazada?
De mis ojos se escapa una lágrima, de tu boca una sonrisa, de mis labios un suspiro. Estoy triste, y el que me conozca puede notarlo, incluso tú, que has perdido la práctica. Me levanto lentamente, camino hacia las escaleras y me dirijo a mi cuarto. Nadie notaría mi ausencia por unos minutos y tal vez aquello me ayudase a despejar la mente. Entro lentamente, me recuesto en la cama y de mis ojos se escapan incontenibles lágrimas. Sé que no puedo más que llorar porque te has convertido en tan solo una guerra perdida, un partido en el que me derrotaron sin avisarme siquiera que estaba jugando. Mis manos, quietas, descansan al costado de mi cuerpo. No entiendo la razón por la que verte se me ha hecho tan difícil esta vez. Nunca había sentido tanta impotencia, tanta tristeza, tanto dolor. Puedo oír como abren la puerta, pero no deseo moverme, por lo que no me importa quien pueda ser.
-Vete de aquí-le ordenó, todavía con la cabeza fuertemente apoyada contra la almohada, haciendo un gesto con la mano.
Al parecer no me ha oído, o tal vez sí, y no pretende dejarme solo. Siento la gran cama ceder ante el peso de otro cuerpo. Enojado por el atrevimiento de aquella persona levanto la cabeza con indignación, pero al hacerlo me quedo pasmado y las palabras que pretendía decir mueren en mi garganta.
Tus ojos, tus hermosos ojos aceituna, atraviesan los míos con recato, alertas a mi reacción. Y no puedes hacerme esto, no puedo permitírtelo. Presentarte en mi casa el día de mi cumpleaños puedo tolerarlo, pero que violes mi intimidad y mi dolor de aquella forma ya es sumamente cruel. Sin embargo aquí estás, y yo te dejo, mientras las lágrimas de las que eres el completo dueño siguen cayendo de mis ojos. Quisiera pedirte que dejes de lastimarme, pero no puedo. Porque como me lastima igual de reconfortante me resulta. Eres como una droga, que daña, pero mientras la tienes sientes que no necesitas nada más. Eres como una mágica y maldita droga, Gerard.
Te acercas, de forma dubitativa, como esperando a que te rechace. Pero sabes por descontado que no lo haré, porque no puedo negarme a tus brazos, a tu consuelo.
-Yo…-intento hablar pero tu dedo índice se posa sobre mis labios.
-No, no hables. Porque las palabras, en éste momento, otra vez, no hacen más que seguirnos dañando-dices, desarmando todo mi mundo de pronto, con tan solo aquellas palabras.
Mis labios se fruncen en una mueca, mientras resignadamente dejo que me abraces, que me aprietes junto a ti. Y sé que nada de lo que pueda pasar entre nosotros será más que eso: un simple abrazo. Extraño tus labios, tu corazón latiendo contra mi oído, tus manos en mi cuerpo, tu cabeza en mi regazo. Porque extraño todo de ti, porque eras todo para mí. Porque te fuiste, dejándome sin nada. Porque todo lo que deseo es a ti.


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Pequeño one shoot. ¿Qué les pareció?
Sé que he tardado en actualizar, pero la página finalmente aunduvo, por lo que me fue innecesario continuar la historia por aquí. Pero como me entuasiasma la idea de tener mi blog con mis historias tal vez vaya subiendo one shoots y si por alguna extraña razón la página volviese a dejar de funcionar seguir con la historia aquí.
Fue buena la idea del contador, y aunque no he tenido muchas visitas, me conformo con la que tuve y agradezco a quienes me visitaron.
Agradeceré en demacía si se tomaran el trabajo de hacerme saber su opinión sobre el primer one shoot.
Si la respuesta es positiva estaré dispuesta a escribir otro y subirlo a la brevedad.
Nos leeremos en el próximo fic, cuidense.
XOXO

lunes, 18 de enero de 2010

Bienvenida

Bien, me presento:
Mi nombre es Ana Laura, vivo en argentina, tengo... No, mejor no voy a decir mi edad, en eso les voy a dejar libre la imaginación a ustedes.
Como veran, soy muy fan de My Chem y es eso lo que me llevó a crear este blog. La idea es subir fanfictions, frerards por ahora, que he escrito y por la suiguiente razón quedaron inconclusos:
En la pasada semana descubrí una página con lindos frerards por lo que me entusiasmé y subí dos fanfics míos. Uno que tan sólo eran dos cápítulos, llegué a terminarlo, pero el otro quedó insoncluso. No es por mi culpa, el fin de semana cuando intenté devolver unos comentarios que había recibido la página no abrió más. He intentado abrirla los últimos 5 días, pero continúa en el mismo estado. He decidido entonces seguir con la historia y como no he encontrado otra página adecuada aquí terminé. Sinceramente espero que las personas que seguían "Cancer" (el fic que quedó inconcluso) sepan encontrarme aquí. Iré subiendo de a uno, y no comenzaré con otro hasta que el anterior quede completamente finalizado.
Espero que alguien sepa valorar y lea lo que escribo, aunque no tenga mucha fama ni el blog ni yo.
Pondré, supongo, un contador de visitas para ver como va y si los resultados no son aceptables supongo que abandonaré el emprendimiento.
Si estas leyendo esto tengo cosas para decirte: Espero que te gusten mis fics; estoy abierta a pedidos tanto de one shots como de fics largos ya sea de estas o de otras parejas; ojalá reciba tanto felicitaciones como críticas de tu parte, ambas son muy productivas a la hora de escribir.

Nos leeremos prontito, cuando suba el primer capítulo de alguna de mis historias ^^

Annie